lunes, 22 de octubre de 2012

EL SELLO MÁS FAMOSO DEL MUNDO “Jenny Invertido”


Durante la década de 1910, y aprovechando la reciente aparición de los aviones, el Departamento de Guerra y la Administración Postal de los Estados Unidos estaban interesados en conocer cómo el servicio aéreo podría acelerar las comunicaciones.
El Servicio Postal había hecho un número de pruebas experimentales para transportar correspondencia por vía aérea, decidiendo inaugurar el servicio regular el 15 de Mayo de 1918, volando entre Washington D.C., Filadelfia y Nueva York.
La U.S. Army Air Corp. proveería los aviones y los pilotos, y la Oficina Postal se encargaría de la correspondencia.

Cien entre dos millones.

El 6 de Mayo, el congreso fijó una controvertida tasa de 24 centavos de dólar para el servicio, un valor 8 veces mayor que el correspondiente a una carta de primera clase de esa época, y autorizó al Servicio Postal a emitir un nuevo sello para esta tarifa, patrióticamente impresa en colores rojo y azul, mostrando un avión Curtiss JN-4, mas conocido en el ambiente aéreo como “Jenny”, el biplano elegido para prestar el servicio. La Oficina de Grabados e Impresiones sería la encargada de proveer a los Estados Unidos de su primera estampilla aérea.

Los sellos debían estar listos para la venta unos pocos días antes del vuelo inaugural oficial del 15 de Mayo. Con menos de dos semanas por delante, no había tiempo que perder y la producción de los sellos comenzó a toda marcha, poniéndose oficialmente a la venta el 13 de Mayo. Nadie sospechaba que entre los dos millones de sellos impresos había un tesoro de 100 gemas esperando ser descubierto.

Robey.

William T. Robey era un coleccionista de sellos que vivía en Washington D.C. Trabajaba en las  oficinas de un corredor de bolsa y para la hora de su almuerzo de ese 13 de Mayo, se dirigió a la estafeta postal mas cercana a su trabajo, situada sobre la Avenida New York, cerca de la Calle 13, a comprar algunos de los sellos que ese día se ponían a la venta.

Como todo coleccionista astuto, tenía un ojo especial para detectar errores inmediatamente. Su corazón  prácticamente se detuvo, tales sus textuales palabras, cuando el empleado del correo puso sobre el mostrador una plancha de los nuevos sellos para que Robey los viera: el avión de la viñeta estaba invertido! En lugar de comprar un par de sellos como tenía planeado, compró la hoja entera a pesar de que 24 dólares eran una inversión seria para la época.

Robey guardó cuidadosamente la plancha en su portafolios y volvió a su trabajo. De inmediato le comentó a unos pocos amigos acerca de su hallazgo, entre ellos a un compañero de oficina, quien, presuroso, se dirigió al correo de la Avenida New York a buscar más sellos de esas características. No pasó demasiado tiempo para que un par de inspectores postales visitaran a Robey en su trabajo presionándolo para que devolviera la hoja de sellos. El compañero de Robey les había dicho dónde podrían encontrarlo.
Aunque los inspectores fueron bastante amables, Robey se negó a mostrar los sellos. Ni pensar en devolverlos. Dejando de lado toda cortesía, los inspectores amenazaron con que el gobierno confiscaría la hoja, por lo que Robey temeroso de que la presión oficial aumentara, decidió esconder los sellos y contactar con la prensa y con algunos filatelistas muy conocidos.

El proceso de impresión.

El sello en cuestión tiene un diseño muy simple: un marco de color rojo rodeando la imagen de un avión en color azul, impreso sobre papel blanco. Este diseño de dos colores es el responsable del biplano invertido en el centro de la estampilla.
Para imprimir el sello en dos colores con la tecnología de la época, debían grabarse dos placas impresoras, una para cada diseño correspondiente a cada color. Así fue que se grabaron dos matrices, una con el marco y otra con el avión.
El proceso de impresión comienza con una hoja de papel en blanco con tamaño suficiente como para imprimir 400 sellos. Esta se coloca en la prensa donde está la placa grabada con el marco y se imprime el mismo. Terminado este trabajo, las hojas pasan a la segunda prensa donde se les imprime el centro del diseño, en este caso el “Jenny”. Este simple proceso mecánico había sido eficiente miles de veces, incluso en el caso del Jenny, donde funcionó correctamente 4999 veces.

Un error que no fue detectado.

El ínfimo error que produjo el “Jenny invertido” pudo haber surgido cuando el empleado de la impresora colocó una de las hojas con el marco ya impreso, sin importar si su posición era correcta o no, en la máquina con la placa del centro, para probar la calidad de la tinta azul.
Cualquiera que fuera el caso, la hoja con el marco rojo fue ingresada a la prensa impresora al revés y, como se sospecha, esto sucedió solamente una vez de modo tal que no se halló jamás ningún otro Jenny invertido fuera de la hoja de Robey, ni la Administración Postal estadounidense tampoco reportó nunca su descubrimiento en ningún lugar del país del norte.

Naturalmente que la Oficina de Grabados e Impresiones podría haber producido algunos centros invertidos de exprofeso, pero inmediatamente hubieran sido detectado por los inspectores, quienes hubieran separado estos sellos anormales para proceder a su destrucción. Este tipo de sellos es conocido como “desechos de impresión”. Cuando alguno de ellos escapa al estricto control y alcanza el mostrador de una oficina postal se convierte en un error, una pequeña diferencia que puede significar una enorme cantidad de dinero.

Probablemente otras hojas del “Jenny invertido” terminaron quemadas en la empresa impresora y la plancha de Robey fue la única que escapó al muy estricto control de los inspectores, pero teniendo en cuenta el método de impresión (hojas de 400 sellos que se dividían en 4 paneles de 100 sellos cada uno) y a la luz de los esfuerzos de la Administración Postal por recuperar la plancha de Robey, es mas probable que los cuatro paneles de la hoja invertida hayan sido enviados a las oficinas del correo para su venta. Qué paso entonces con los otros 300 sellos anormales? Seguramente la oficina de la Avenida New York fue la primera que reportó el hallazgo de los primeros 100 centros invertidos posibilitando que la Administración Postal alertara inmediatamente a los jefes de las distintas sucursales para que estos chequearan en busca de los 300 restantes. Esto explica por qué esos otros 300 “Jenny invertido” nunca fueron vendidos.

Obviamente esta teoría dejará de ser válida el día que alguien encuentre un “Jenny invertido” en una carta legítima, pero hasta entonces debemos conformarnos con ella.

Por suerte era coleccionista.

El hecho que William Robey fuera coleccionista fue una enorme suerte, ya que de otro modo el empleado de la oficina de correos podría haber vendido los sellos de a uno o dos antes de notar la anomalía y retirar las estampillas de la venta. Si las cosas hubieran sido de esa manera, tal vez se hubieran vendido unos pocos ejemplares, seguramente hubieran sido usados para franquear la correspondencia y se hubieran perdido para siempre, dejándonos con uno o dos  “Jenny invertido” conocidos.

Pero Robey era filatelista e inmediatamente se dio cuenta que esos 24 dólares serían la mejor inversión de su vida. Cuando los inspectores de la Administración Postal volvieron a sus oficinas sin los sellos anómalos, el feliz poseedor de las mismas decidió que lo mejor era venderlas antes que el gobierno las confiscara y se contactó con Eugene Klein, un comerciante de sellos de Filadelfia.

El coronel Green.

De acuerdo con lo que  informó William Robey, el comerciante Klein pagó 15.000 dólares por la plancha e inmediatamente se la vendió en 20.000 al coronel Edward Green, otro comerciante de sellos de New York hijo de Hetty Green, un usurero famoso y avaro conocido como “el brujo de Wall Street”.

En las manos de Green y en Nueva York, la hoja del “Jenny invertido” se transformó en el Taj Mahal de las estampillas, el Mona Lisa de la filatelia o el Santo Grial de los coleccionistas.

Siguiendo el consejo de Klein, el coronel Green fraccionó la hoja en un bloque de 8, varios de 4 y el resto en forma individual. Posteriormente vendió algunos sellos sueltos y bloques de 4 a coleccionistas amigos, conservando para su colección los restantes sellos sueltos y el bloque más grande.

La única hoja conocida del “Jenny invertido” estaba compuesta de 100 sellos, 10 de ancho por 10 de largo. Había sido cortada de un panel de 400 sellos, formato con el que salían de la maquina impresora. La plancha de Robey era el bloque  inferior izquierdo de dicho panel de impresión y fue cortado de la hoja completa con los bordes rectos, es decir, sin dentar. Esto significa que 19 sellos de la plancha de Robey no tienen su dentado completo. 9 sellos no tienen dentado superior, 9 no lo tienen en el margen derecho, y solamente uno no está dentado en la parte superior ni en el borde derecho. Esto deja solamente 81 sellos con el dentado completo.

Cada uno de los sellos proveniente de aquella hoja de 100 es conocido por su posición en la misma y su destino es seguido cuidadosamente.

Algunos hechos y leyendas.

Una serie de misteriosos acontecimientos relacionados con el crimen, corrupción y codicia hicieron que este pequeño sello de los Estados Unidos se convirtiera en una verdadera leyenda filatélica expandiendo el misterio de su origen.

El coronel Green vendió los primeros diez sellos en 250 dólares cada una. Posteriormente elevó el precio de cada ejemplar a 350 dólares para llevarlo mas tarde a 650 dólares. El hecho es que vendió 35 de los escasos 100 sellos en un valor de entre 250 y 650 dólares.

Durante algún tiempo circuló un rumor que aseguraba que 43 de estos sellos se habían ido “a pique” cuando el yate de un excéntrico multimillonario se hundió transportando su colección de sellos. Este hecho causó conmoción entre los coleccionistas, pero fue pronto desmentido.

Se dice que otro coleccionista se llevó su “Jenny invertido” hasta la tumba. La frenética búsqueda de su familia no daba resultados positivos hasta que alguien pensó en mirar dentro del ataúd, encontrando el codiciado sello en el bolsillo del saco del difunto.

Una viuda recordaba, luego de regalar los libros de su fallecido esposo, que él a veces guardaba algunas de sus cosas valiosas entre las páginas de sus libros, explicando de esta manera la desaparición del “Jenny” de la colección.

Este escaso sello hizo su debut cinematográfico en el film “Muerte bajo las lilas” y también es protagonista en “Los millones de Brewster”, donde Richard Pryor usa un “Jenny invertido” para franquear una tarjeta postal.

Un orgulloso propietario prestó su copia para una exhibición en Chicago, para recuperarlo posteriormente dañado en forma irreversible porque un empleado del departamento uso cinta scotch para fijarlo.

Un coleccionista se lamentaba porque su copia del “Jenny invertido” había sido succionado por una aspiradora cuando su esposa limpiaba. Aparentemente, él dejo el sello sobre la mesa, de donde cayó a la alfombra. Logró recuperarla, pero el sello nunca mas tuvo el aspecto de nuevo que tenía antes del accidente.

Cuando unos ladrones robaron cuatro copias del Jenny invertido de los marcos de una exhibición filatélica, la Biblioteca Pública de Nueva York promovió investigaciones a gran escala por parte del FBI. Solamente dos fueron recuperadas. En un intento por disimular su origen para posteriormente venderlas, los ladrones cortaron el dentado de los sellos sin saber con cuanto cuidado estos sellos habían sido estudiados.

Una famosa falsificación de este sello, esta vez en Irlanda, desencadenó una serie de acontecimientos que terminó con el colapso de una de las firmas de subastas de sellos más importantes.

Un “Jenny invertido” fue atrapado en un bombardeo aéreo en uno de los mas duros ataques de la batalla de Bretaña. Se conservó sano y salvo aunque perdió su goma como consecuencia de los daños sufridos en la residencia de su propietario.

Un comerciante de sellos rescató sus tres ejemplares de este famoso sello de una inundación cuando el  río Susquehanna rompió un dique de contención colocando a la ciudad de Wilkes-Barre, en Pennsylvania, y a su banco de valores bajo el agua.

Siete sellos se han reportado como destruidos o perdidos de un modo u otro a lo largo de los años, y algunos otros han sido víctimas de un cuidado inadecuado en su manejo y conservación. En algunos casos las bisagras han dañado la goma y causado manchas de óxido. Algunos tienen arrugas y otros manchas que denotan que han estado en contacto con papeles corrosivos durante largos períodos de tiempo.

Green no vendió los sellos que no tenían el dentado completo. Con uno de ellos mandó a hacer un medallón para regalarle a su esposa. Guardó los 18 ejemplares restantes en su caja fuerte. Luego de la muerte de Green, en 1936, volvieron a ver la luz, pero se encontró que estaban pegoteados entre ellos. Se los logró separar, pero el lavado hizo que perdieran la goma. En 1942 se subastó el primero de estos sellos con dentado parcial, vendiéndose en 1750 dólares a una persona de Baltimore. La siguiente copia vendida en la subasta alcanzó los 1350 dólares, y otras ocho fueron vendidas entre 750 y 1300 dólares. Algunas copias con el dentado y la goma completos se vendieron en esa subasta entre 1150 y 3300 dólares. Actualmente su valor se estima en unos 200.000 dólares.

Una historia cuanta que Green se dirigió a un club de coleccionistas de sellos con las estampillas con dentado incompleto y puso algunas de ellas en un cenicero con la intención de quemarlas. Green quería que todos los presentes testificaran esta destrucción para convertir a los restantes ejemplares en los “pura sangre” de la filatelia. Obviamente que los allí presentes, horrorizados, trataron de detener a Green y lo hicieron desistir de su alocada idea.

El medallón que Green mandó hacer para su esposa Mabel tenía una copia del Jenny invertido junto a un ejemplar normal del sello de 24 c. Ella lo conservó hasta su muerte en 1950. En el año 2002 fue subastado por Robert Siegel en su “Siegel Gallerie’s Rarities Auction” en 170.000 dólares.

Se conoce una sola copia usada del Jenny invertido. El coronel Green estaba fuera de la ciudad y su esposa quería enviarle una carta por correo aéreo. Aparentemente, entró en el estudio de Green y tomó un sello de 24 c. de su escritorio para franquear la carta. Todo quedó en casa, y posteriormente Green fabricó un pendiente con ese único sello usado para usarlo en la cadena de su reloj de bolsillo.

Una copia sin goma y con dentado parcial se conserva en el Smithsonian’s National Postal Museum, pero no se lo exhibe permanentemente. El motivo es el viejo fantasma de los museos: la luz ultravioleta. El marco del sello es rojo, un color inestable que se tornaría naranja con el correr de los años debido a la mencionada radiación, así es que el museo exhibe su tesoro solamente por cortos períodos de tiempo.

Estos son solo algunas de las historias que se han tejido alrededor de una de las estampillas más raras y tal vez la mas famosa del mundo. Si son verdaderas o leyendas, nadie lo sabe, al igual que el verdadero motivo que dio lugar a esta curiosidad filatélica.

Valores de ayer y de hoy.

En un intento de traer los valores de 1918 a nuestros días, consulté algunas páginas en Internet y lo primero que hallé es que 1 dólar de 1918 equivale a unos 12 dólares actuales.
De esta manera, los 24 centavos de valor facial del Jenny, equivaldrían a unos 2.88 dólares actuales.
En ese momento, el sello tenía un valor ocho veces mayor que el correspondiente a una carta de primera clase, que era de 3 centavos. Actualmente, enviar una carta de primera clase sale 34 c. en el país del norte, por lo que, manteniendo las proporciones, y si se mantuviera el servicio de correo aéreo, su franqueo sería de 2.72 dólares.
En pocas palabras, la primera transacción, la venta de la plancha por parte de Robey a Klein, llevó una inversión de 24 dólares a un valor de 15.000, es decir una utilidad del 62.500 %. Nada mal por caminar hasta la oficina de correo y tener un poquito de suerte….


Catálogos.

El catálogo Scott especializado en sellos de Estados Unidos llamado “Specialized Catalogue of U.S. Stamps & Covers” clasifica al “Jenny invertido” bajo el número C3a. La “C” indica que es un sello de correo aéreo y la “a” que es una variedad. Los precios que le asigna son 170.000 dólares por una copia mint y 200.000 por una mint sin rastros de bisagra (mint never hinged). No se menciona precio alguno por el sello usado.
Como ya se vio, una utilidad nada despreciable para una inversión de 24 centavos, una suma que en 1918 en los Estados Unidos, hubiera alcanzado para 4 vasos de cerveza y algo de vuelto.

El catálogo francés Yvert et Tellier, lo lista con el número  3 bajo el apartado de Correo Aéreo de Estados Unidos

Conclusión.

Es razonable que, debido al apuro con que fueron impresos estos sellos, una plancha anómala entre las 20.000 preparadas escapara sin ser detectada. Pero el empleado de la oficina postal de la avenida New York tuvo dicha plancha en sus manos, la miró y la colocó sobre el mostrador para proceder a su venta. Cómo es posible que no notara el error?. El pobre empleado sospecho que algo raro estaba pasando cuando Robey, una persona común, compró una plancha entera de un sello muy caro por esos días, y además preguntó si había alguna otra con las mismas características. Así fue que cerró la ventanilla y reportó este hecho a su superior. Por qué no retuvo la plancha entonces?
La respuesta es mucho más simple de lo que se sospecha. No nos olvidemos que corría el año 1918. El empleado del correo no vio nada raro en el sello y nos referiremos a sus propias palabras como explicación: “…cómo podía yo saber que esa cosa estaba al revés? Yo nunca antes había visto un avión…”

En algunos de los trabajos que consulté para escribir este artículo se menciona que Robey era una de las personas que sospechaba que esta primera emisión de correo aéreo de Estados Unidos podía deparar alguna sorpresa. Conocedor del proceso de impresión y del muy corto tiempo que se dispuso para tal emisión, sabía que era muy probable que apareciera alguna plancha con el centro invertido y con esa sospecha se dirigió a la oficina de correos de la calle New York, en Washington ese mediodía del 13 de Mayo de 1918. Pero de ser esto cierto, por que no fue al abrir dicha oficina y esperó hasta el mediodía? Además, no conocía acerca de los extremos controles en las plantas impresoras que hacían muy poco probable que una anomalía de esta especie escapara de los estrictos inspectores? Por qué no buscó mas centros invertidos en otras oficinas de Washington?
La falta de respuesta a estas y otras preguntas hacen que descarte esta última hipótesis y siga pensando que el hallazgo de Robey fue puramente casual.

Escrito por filateliaperu

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